Lo Sagrado Y Lo Profano
Enviado por linda421 • 24 de Febrero de 2014 • 2.178 Palabras (9 Páginas) • 277 Visitas
CAPITULO III : lA SACRALIDAD DE LA NATURALEZA Y LA RELIGION COSMICA
El cosmos refleja, para el hombre religioso, la divinidad a través de su misma estructura. Así, la naturaleza es apreciada por su posibilidad de contenido sagrado, y por tanto contemplada y venerada como imagen y expresión divina, así como posibilidad de vínculo con lo sagrado.
Por la sola contemplación de la naturaleza aparece la dimensión religiosa. Así, es extremadamente común la asociación entre el nombre del Dios y el cielo. No es que Dios sea el cielo, sino que se revela en él y se expresa a través de otras estructuras cósmicas (lluvia, trueno, huracán, tormenta, terremoto, epidemia)
Salvo en las religiones monoteístas (Yahvé, Allah...) el "dios todopoderoso creador del cielo, del hombre y de la tierra" tiende a desaparecer del culto en favor de otras divinidades (la Tierra-Madre, el hijo del Dios...).
El dios creador se aleja del culto dando paso a dioses menores, que "reproducen la vida y la aumentan" (p.110), que aseguran y dan sentido sagrado al devenir de las cosas, pero esto esto se circunscribe a un estado de normalidad. Es en tiempos de crisis cuando el Dios supremo se revela como el único "capaz de salvar el cosmos o la sociedad humana"(p.110).
A pesar del abandono al culto del Dios supremo, su "presencia cósmica" no desaparece, pues el cielo no puede sino simbolizarlo. Y es fuente de "multitud de mitos (el árbol cósmico, la montaña cósmica..., como "centros del mundo" que posibilitan una comunicación con el cielo), ritos (de ascensión, de escalada) y leyendas (el vuelo mágico, etc...)"(p.111).
Las Aguas corresponden al Caos, a lo no formal, por contraposición al Cosmos, lo formal. Lo creado surge de las Aguas, y cuando se destruye vuelve a ellas. Las Aguas no son solo el Caos sino que poseen una cualidad regeneradora (tras la destrucción, purificación en las Aguas y re-creación de nuevo) y son al mismo tiempo la expresión de una potencialidad (allí de donde ha de surgir lo creado, puro y perfecto.
El cristianismo retoma el simbolismo de las Aguas, presente en la tradición judaica, y es así como toma forma un ritual: el bautismo. Sumergir la cabeza en las Aguas es regenerarse, limpiarse del pecado original cometido por Adán.
La figura de Cristo y todo lo que conlleva religiosamente (hijo de Dios, resurrección, bautismo...) no cambia lo símbolos comunes como el de las Aguas, sino que la aporta una nueva dimensión, lo autentifica; no hay incompatibilidad entre la revelación divina por vía de la figura de Cristo y la simbología universal, más bien esta es "completada", revalorizada.
Es un símbolo universal el de la tierra como madre del hombre. El hombre habría nacido así de las entrañas de la tierra, donde lo habría criado para luego alumbrarlo. Esto se expresa también en nuestros días entre el hombre moderno en el fuerte sentimiento de pertenecer a "su" tierra, la tierra natal.
Es extendida la costumbre de que las mujeres alumbren sentadas sobre el suelo para que la madre cósmica recoja al niño y le transmita su energía protectora. También la de enterrar o semienterrar a enfermos para que se regeneren al ser alumbrados por segunda vez directamente por la madre cósmica.
La mujer por su fertilidad se asimila cósmicamente a la tierra. En ciertas religiones, el culto a la tierra es tan importante que esta engendró por sí misma sin la ayuda de los dioses. En otras es la unión entre el cielo y la tierra lo que crea la vida, modelo cósmico que imitan el hombre y la mujer con la relación conyugal.
Se simboliza el cosmos como un árbol "por su capacidad de renovarse sin fin" (p.127). El árbol también ha simbolizado la sabiduría, la inmortalidad, la juventud... Simboliza lo atribuible a la divinidad y aquello de lo que el hombre participa limitadamente.
La desacralización de la naturaleza raramente es total en el hombre moderno, en quién subsiste un sentimiento calificable de religioso (aunque degradado) en la contemplación de la naturaleza. M. Eliade hace un comentario muy interesante: "La experiencia cósmica entre la naturaleza desacralizándose (perdiendo totalmente el sentido religioso) ha abocado en occidente en el campo del arte a la estética de "l'art pour l'art".
Otras hierofanías cósmicas:
- La piedra: símbolo del poder, la permanencia. inmutable, y por ello "revela al hombre lo que es una vida absoluta", es decir, lo sagrado, la trascendencia.
- La luna, que marca ritmos cósmicos a diferencia de la de
- El sol que es inmutable y eterno, y tiende a identificarse con la inteligencia, la autonomía, la fuerza. En las religiones solares las tinieblas no forman parte de la vida, como en las lunares, sino que se oponen. Esto acaba transformándose en filosofías racionalistas fuertemente desacralizadas. ¿Es la filosofía platónica, con su idea del bien como idea suprema y central, un ejemplo de esto?
CAPITULO IV: EXISTENCIA HUMANA Y VIDA SANTIFICADA
El hombre religioso concibe su existencia como una réplica cósmica, un microcosmos. Por tanto, para conocerse a sí mismo, trata de entender y conocer el cosmos. Así, se puede asimilar en la relación conyugal el hombre al cielo y la mujer a la tierra, pero eso no excluye la consciencia de humanidad de ambas partes, sino que cobra todo su sentido, todo su valor "por referirse al ser" (p.141).
Al ser una réplica microcósmica, el hombre religioso se concibe a sí mismo en una continua unión con el cosmos, y por tanto no solo los actos rituales tienen su significación sagrada, sino que hasta el último gesto y movimiento, por pequeño y poco importante que sea, debe cobrar sentido por ser armónico con el cosmos, con el Ser, lo sagrado. Así, en el sexo se da la posibilidad, en el tantrismo, de unificarse con el cosmos a través de un acto que si no tiene este fin, es condenatorio.
Cuanto más desacralizada es una sociedad, menos santificada está la vida, pues los actos fisiológicos, por ejemplo, responden a una necesidad instintiva corporal estrictamente, y no tienen posibilidad de trascendencia por haberse perdido la dimensión de lo sagrado.
Este ser una réplica del cosmos, un microcosmos, no solo es concebido en cuanto a los actos realizables por el hombre en tanto que sean armónicos con el cosmos, sino también en la propia estructura corporal. Así, en el pensamiento religioso indio, la columna vertebral es entendida como un eje espiritual que tiene su abertura,
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