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Ornamento Y Delito


Enviado por   •  7 de Junio de 2015  •  1.236 Palabras (5 Páginas)  •  644 Visitas

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Ornamento y delito: la antítesis de la decoración en la arquitectura.

El ornamento, según Adolf Loos, se relaciona directamente con el estilo histórico de cada época, por lo cual un nuevo estilo es sinónimo de un nuevo ornamento.

Este autor consideraba que en su época, principios del siglo XX, no se desarrollaba ningún estilo propio e innovador, por lo tanto no se realizaba ningún nuevo ornamento; aseguraba que esta característica era símbolo de una cultura evolucionada donde esa incapacidad consolidaba al hombre moderno, castigando como retrógrada cualquier esbozo de decoración. Así lo sentencia al determinar que “la evolución de la cultura es proporcional a la desaparición del ornamento en los objetos utilitarios… es esto lo que caracteriza la grandeza de nuestro tiempo: que no sea capaz de ofrecer un nuevo ornamento”. Esta determinación parece radical pues desvaloriza completamente las artes decorativas y la capacidad de las personas que las llevaban a cabo durante su época.

Loos relaciona el retroceso del pueblo al impulso que le da el Estado a la ornamentación, asegurando que “su tarea es detener el desarrollo cultural de los pueblos” pregonando el ornato desde el código de vestimenta de la sociedad y el mobiliario; sostiene que esta situación no aumenta la alegría de vivir del hombre culto ya que su aplicación es un paso atrás evolutivo.

Resulta impactante la manera en que se expresa Loos al decir que la utilización del ornamento es solo para los “rezagados”, aquellos hombres no modernos y que tienen gustos del pasado, los cuales retrasan la evolución cultural de los pueblos y de la humanidad. Expresa que “el ornamento no sólo es producido por delincuentes, sino que es un delito, porque daña considerablemente la salud del hombre, los bienes nacionales y el desarrollo cultural”. El autor asegura incluso que la utilización del ornamento es un daño económico refiriendo que cualquier objeto y la arquitectura misma solo deben contener lo que sea de carácter útil y que lo demás son “gustos innecesarios”.

El aspecto de carácter socio-económico que tiene el ornamento es uno de los argumentos más importantes que brinda Adolf Loos en su ensayo. Según éste el ornamento encarece, como regla general el objeto; considera que al no ser el ornamento un producto natural de la cultura, el trabajo del ornamentista no está debidamente remunerado y que la decoración siempre ha sido fuerza de trabajo, material y capital malgastados. Argumenta que el objeto no ornamentado supone la reducción de horas de trabajo, mayor producción y un consecuente aumento de sueldo, al contrario que el objeto ornamentado.

Según el autor el ornamento tiene conveniencia para el que lo produce pues fomenta el consumismo; explica que para el ornamentista el mejor consumidor es aquel que opta por lo ornamentado, debido a que su valor estético es efímero, puesto que después de un cierto tiempo ese consumidor se deshace del mismo para adquirir uno en consonancia con la tendencia de la época, lo que hoy en día se conoce comúnmente como “moda”, lo cual produce una divergencia entre el valor estético y el valor físico del objeto que el consumidor enfrenta posteriormente. Por ello, Adolf Loos establece que la forma del objeto debe ser tolerable el tiempo que dure físicamente, ya que si éste durara el mismo tiempo en lo estético como en lo físico, el consumidor podría pagar un precio que posibilitara que el trabajador ganara más dinero y tuviera que trabajar menos; además de que asegura que la población estaría más dispuesta a pagar un objeto que pueda aprovechar completamente.

Loos desvaloriza de tal manera el ornamento asegurando que cuanto mejor material y mejor acabado se repercute negativamente en el objeto, pues alcanza un valor antiestético; además de relacionar continuamente

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