Planificacion
Enviado por lunaadriel • 5 de Abril de 2015 • 2.422 Palabras (10 Páginas) • 115 Visitas
PAPEL DEL EDUCADOR COMO MEDIO TRANSFORMADOR DE VALORES
En la Venezuela actual, a diario se ven los problemas que afectan a la juventud venezolana, drogas, violencia, delincuencia, embarazos, entre otros y es en las escuelas donde se debe trabajar en función de darle un vuelco definitivo a esta problemática, y sólo se logrará si se cambia el paradigma educativo, sustituyendo la educación tradicional por educación para la vida, en donde a los niños, niñas y adolescentes se les entreguen las herramientas necesarias para que aprendan a convivir en este mundo.
El docente venezolano, por lógica debe poseer conocimientos en el área que ejerza, y la pedagogía para transmitirlos, además es necesario posea capacidades que le permitan transmitir un aprendizaje significativo a sus estudiantes y prepararlos para la vida, formándolos como seres humanos productivos, conscientes y virtuosos. Entre estas capacidades se encuentran el autoconocimiento, la autonomía y la autorregulación, puesto que, el docente debe estar consciente de él mismo, respetarse, y aceptarse, siendo a la vez autónomo, tomando en cuenta los sentimientos de sus estudiantes en las decisiones a tomar y finalmente, tener capacidad para dirigir su propia conducta.
Del mismo modo, debe poseer capacidad de diálogo y comprensión crítica, que le permita lograr comunicarse con sus estudiantes, esto le permitirá canalizar sus temores y deficiencias, las cuales muchas veces expresan con indisciplina y conflictividad, además de saber transformar el entorno y buscar la raíz de los problemas personales y sociales, de sus estudiantes, tomando en cuenta la formación que traen de sus hogares, para lograr una comprensión objetiva de la realidad, y aportar las soluciones correspondientes.
Todas estas habilidades son indispensables en el desempeño docente, puesto que, su rol es transformador y debe lidiar con todas las personalidades de sus alumnos, así como, utilizar estrategias en ambientes adversos como algunas veces suele ser el aula de clases. Mahatma Gandhi sostenía lo siguiente “las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”
En la actualidad la función del docente debe enfocarse en el contexto de la complejidad, para poder ofrecerles a sus estudiantes, la oportunidad de comprender la realidad de una manera integral, y que a la vez les va a permitir construir una sociedad mas justa.
La labor docente más que una profesión, debe ser un principio que brote desde la verdadera vocación, fidelidad y convicción de la labor como tal. Actualmente, el docente, ejerce el rol muchas veces sin tener en su currículo de formación, ejes o dimensiones para educar a futuro. Se cometen errores institucionales que agreden a la educación, cuando se contratan docentes que no tienen la suficiente preparación en docencia, en investigación, y que por ende, practican y ejercen desde otra profesión la docencia como una simple tarea de dar clases e impartir contenidos catedráticos.
Esta es una de las partes importantes donde radica la importancia de crear una cultura interna, para educar, actualizar, motivar a los docentes a desarrollarse como profesionales desde una disciplina para la docencia. Sería pertinente mencionar que uno de los valores fundamentales del propio docente es la concientización de la práctica que va a ejercer como compromiso de educar seres humanos, ciudadanos, profesionales y para ello debe hacerlo fundado en los pilares de sus propios valores personales y profesionales.
Y si se toma en cuenta que como valor se entiende: «Aquella cualidad que permite evaluar la bondad de una cosa, su capacidad de trascender en un ámbito determinado y en cualquier plano que se presente». Es importante tomar en cuenta el carácter de evolución que encierra este valor, esto depende de cada sociedad y en ésta, de su tiempo y las circunstancias que la rodean.
Es aquí donde se debe resaltar que la ideología configura cada valor. El valor es por lo tanto el medio para demostrar lo perfecto de algo, dependiendo del elemento subjetivo predominando en un grupo, individuo o sociedad. Sólo cuando los valores se encarnan en algo o alguien, son reales y válidos; es entonces cuando toman vida, cuando se personaliza, se desea algo y se lucha por ese fin. Cuando el valor toma sentido, inspira la conducta, la vida toma rumbo y se encamina por la ruta de la motivación hacia algo; ese algo que llena de inspiración y empuje hacia su realización o materialización en forma expresiva, con un estilo específico de ese valor o valores, dinamiza y encauza los actos, con el objeto de lograr sus fines, sus pretensiones.
Cuando se configuran las actitudes, ideas o esquemas y se hacen estables con tendencia a la realización permanente, se está ante la posible adquisición de un valor, que transmitirá características especiales a la persona y éste proyectará indudablemente esas cualidades que forman parte vital de su existencia, al medio social donde se desenvuelve y su proyección trascenderá obligatoriamente influenciando a quienes reciben dicha proyección; ese será en el caso de un educador, el espejo donde los alumnos se mirarán y la vida de ellos, será el mejor reflejo de lo que éste les enseñe.
En el caso específico que se refiere a la formación de profesionales para la educación de la primera infancia se encuentra marcada también por dificultades, las cuales se agudizan en este caso por el hecho de su limitación en cuanto al campo de acción, el perfil de los egresados, la corta duración de los estudios, el poco conocimiento de las particularidades psicofisiológicas y motrices de los niños de esta edad, el poco dominio de los métodos y procedimientos del trabajo con estos menores, entre otras muchas causas.
A esto se une la no concientización de las autoridades gubernamentales de la importancia de la edad de cero a seis-siete años para el desarrollo, el carácter no obligatorio que se le da a este nivel de educación de la primera infancia en muchos países, la no designación de presupuestos para esta enseñanza, incluso hasta la no comprensión de las autoridades educacionales de la necesidad de estimular el desarrollo en esta fase de la vida, que hace que en muchos lugares la misma se concrete en el mejor de los casos a los últimos años de la primera infancia, generalmente vistos exclusivamente como un período de preparación del niño para el aprendizaje escolar.
Todo ello redunda de manera no positiva en la formación de los profesionales para la atención y educación de los niños en estas edades, lo cual ha dificultado la creación de planes de formación verdaderamente científicos y que den respuesta a las necesidades
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