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Enviado por   •  7 de Mayo de 2012  •  1.910 Palabras (8 Páginas)  •  445 Visitas

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Francisco Javier Clavijero

Para otros usos de este término, véase Francisco Javier (desambiguación).

Francisco Javier Clavijero

Nombre completo Francisco Xavier Clavijero

Nacimiento 9 de septiembre de 1731

Puerto de Veracruz, Nueva España

Defunción 2 de abril de 1787

Bolonia, Italia

Ocupación Jesuita, filósofo, e historiador

Nacionalidad Novohispana

Género Histórico, ensayo

Francisco Xavier Clavijero, S. J., o Francisco Saverio Clavigero (Puerto de Veracruz (México), 9 de septiembre de 1731- † Bolonia Italia, 2 de abril de 1787) fue un historiador y religioso novohispano.1

Su padre trabajaba para el gobierno de la Corona española, por lo que la familia se trasladaba de una población a otra constantemente, y casi siempre en regiones con fuerte presencia indígena, así fue como desde niño aprendió la lengua náhuatl, lengua que le serviría más tarde, cuando se convirtió en maestro misionero e historiador. Vivió la familia en Teziutlán Puebla, y más tarde en Jamiltepec Oaxaca, en la región Mixteca del estado.

Escribe su biógrafo Juan Luis Maneiro: tuvo desde pequeñuelo ocasión oportuna de tratar íntimamente con gentes indígenas, de conocer a fondo sus costumbres y naturaleza, y de investigar con suma atención cuanto de especial produce aquella tierra, fueran plantas, animales o minerales. Por su parte los indígenas no habían elevado monte, ni cueva oscura, ni ameno valle, ni fuente, ni arroyuelo, ni otro lugar que atrajera la curiosidad, a donde no llevaran al niño para agradarlo (...)2

Contenido [ocultar]

1 Sus estudios

2 Ordenación sacerdotal, enseñanza e investigaciones históricas

3 Exilio. La Historia antigua de México

4 Su obra

5 Epílogo

6 Notas

7 Bibliografía

8 Enlaces externos

[editar]Sus estudios

Hizo sus primeros estudios en la ciudad de Puebla. Allí, en el colegio de San Jerónimo, estudió gramática, y luego en el centro jesuita de San Ignacio aprendió filosofía, latín y teología. Al terminar sus estudios sintió vocación por el sacerdocio e ingresó en el seminario de Puebla, donde estuvo muy breve tiempo, pues decidió convertirse en jesuita, por lo que en febrero de 1748 se trasladó al noviciado de la orden en Tepotzotlan. Allí perfeccionó sus conocimientos de latín y aprendió griego, francés, portugués, italiano, alemán e inglés.

Sus conocimientos le permitieron aproximarse a distintas culturas. En 1751 fue enviado de regreso a Puebla, donde se dedicó a profundizar en el estudio de la filosofía. Entre sus lecturas de aquella época están Descartes, Newton, Leibniz y muchos otros. Así surgió el interés que siempre tuvo por la filosofía y el pensamiento crítico moderno, que lo llevaría a plantear la necesidad de transformar los estudios científicos y filosóficos que se impartían en su tiempo.1

A continuación fue enviado a la ciudad de México para que completara su formación teológica y filosófica en el Colegio de San Pedro y San Pablo. Allí convivió con compañeros de la talla de José Rafael Campoy, Andrés Cavo, Francisco Javier Alegre, Juan Luis Maneiro, Pedro José Márquez y otros más, que fueron los humanistas mexicanos del siglo XVIII. En ese tiempo, cuando aún no había concluido sus estudios, también dio clases y fue prefecto del Colegio de San Ildefonso. Tiempo después sus superiores le encomendaron la cátedra de retórica.

[editar]Ordenación sacerdotal, enseñanza e investigaciones históricas

Sepulcro de Francisco Javier Clavijero en la Rotonda de las Personas Ilustres.

En 1755 Clavijero fue ordenado sacerdote y a partir de entonces se dedicó por completo a actividades ligadas con la docencia y la investigación; enseñó en el Colegio de San Gregorio, fundado por los jesuitas a finales del siglo XVI para impartir educación y formación cristiana a jóvenes indígenas; allí pasó cinco años, durante los cuales al margen de sus labores docentes se dedicó a seguirse cultivando.

Dice su biógrafo Juan Luis Maneiro: En esos cinco años examinó con ojos curiosísimos todos los documentos referentes a esta nación [mexicana], los que, como dijimos antes, se conservaban en gran número en el contiguo Colegio de San Pedro y San Pablo, y con enorme esfuerzo sacó de allí preciosos tesoros que más tarde dio a conocer para el bien público en la historia que dejó a la posteridad. Sin embargo su paso por el Colegio de San Gregorio no estuvo exento de percances. En una carta fechada el 3 de abril de 1761, el padre Pedro Reales, provisor de la Compañía de Jesús, le reclama haber sacudido enteramente el yugo de la obediencia, respondiendo con un no quiero a lo que se le encarga, como ayer sucedió, o por lo menos esa respuesta se le dio al superior, que a la verdad no sé qué camino tomar para que Vuestra Reverencia se componga y contenga en su deber. Mudanza de lugar es poco remedio, y ninguna satisfacción a la vida y ejemplo que Vuestra Reverencia ha dado, abstrayéndose casi todo del fin único de los que viven en ese Colegio, y entregándose a otros cuidados y estudios que le embargan.

Queda claro lo que eran esos "otros cuidados y estudios que le embargan" al padre Clavijero no eran otros que los códices aztecas y libros de la época de la conquista que se guardaban en el colegio vecino, como preciada herencia de don Carlos de Sigüenza y Góngora al Colegio de San Pedro y San Pablo. Clavijero —dice Maneiro en su biografía— siguió a Sigüenza como ejemplo en sus investigaciones y, viendo aquellos volúmenes, se llenó de sumo placer por razón de la sincera benevolencia con que amaba a los indios. Y no dejaba de admirar el pulido papel de los antiguos indígenas antes de serles conocida la cultura europea. En cuanto a aquellas inscripciones jeroglíficas, siempre las retuvo en su memoria y nunca cesó de entregarse a admirables esfuerzos con el fin de comprenderlas.3

Es probable que como resultado de la amonestación del padre Pedro Reales el padre Clavijero fue enviado al Colegio de San Javier en Tepotzotlán, noviciado de la orden y donde también había un colegio dedicado a la formación de jóvenes indígenas, lugar donde pasó tres años. En 1764 sus superiores le trasladaron a Valladolid (hoy Morelia) para hacerse cargo de la asignatura de filosofía en el seminario mayor de la localidad. La buena labor desarrollada le valió para se enviado

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