Parcial domiciliario sobre Kant y Hegel
Enviado por VAMOSAVOLVER • 6 de Septiembre de 2017 • Trabajo • 1.852 Palabras (8 Páginas) • 213 Visitas
1. Teniendo en cuenta tanto la selección estudiada de los “Prolegómenos” como el “Prólogo” a la 2da ed. de la Crítica de la Razón Pura de Kant, explique en qué consiste el “giro copernicano” (desarrolle). Luego indique qué resulta para “la metafísica” de esta “revolución” en el punto de vista. (Recuerde que el autor usa la palabra “metafísica” asignándole diversos sentidos. Para responder tendrá que distinguirlos y caracterizarlos.) Finalmente, explique por qué –según los textos- la metafísica como “disposición natural” no puede ser anulada y cómo hemos de relacionarnos con sus problemáticas desde un punto de vista “crítico”.
- Según Kant, el giro copernicano consiste en invertir la relación entre el sujeto que conoce y el objeto a conocer. Plantea un cambio de método, si se determina el conocimiento del objeto por la estructura del sujeto podemos incluir elementos “a priori” en el conocimiento del objeto. Pero si es el objeto a conocer el que determina las condiciones del conocimiento, nada me será conocido hasta que no me sea dado; y ningún conocimiento “a priori”, es decir, antes de que me sea dado, será posible sobre el objeto. La relación se invierte, y es justamente éste giro copernicano del que nos ocupamos, porque es el sujeto el que determina las condiciones del objeto, y podemos saber u obtener datos de él, antes de que el objeto nos sea representado. De esto tratará la revolución copernicana.
Kant propone un giro gnoseológico del conocimiento, es decir, no somos nosotros los que nos amoldamos a la forma del objeto cuando lo conocemos, sino al revés, el objeto se amolda a la forma de nuestro conocer. Esta revolución copernicana rechaza la posibilidad de que el objeto de conocimiento sea autónomo sino que, por el contrario, es construido por el sujeto. El sujeto proyecta sobre el objeto (lógica de la causalidad), no se relaciona pasivamente con el objeto sino que tiene una relación de actividad con él. Conocer para Kant supone algún tipo de “praxis” de acción, de hacer. Es el sujeto el que participa activamente en la relación de concordancia entre el objeto y el sujeto. Según el autor, el sujeto porta algo que no se puede sacar de sí mismo y lo necesita para comprender, para entender. Transforma al objeto porque le proyecta cosas. Se podría decir que la “cosa en sí” no sabemos cómo es, pero podemos decir cómo la percibimos. Es por esto que la experiencia como conocimiento necesita del entendimiento. Se puede tener un conocimiento “a priori” si admitimos que sólo conocemos los “fenómenos”, aquello que se manifiesta, que aparece en un espacio y tiempo, mientras que no poseemos el conocimiento de la “cosa en sí”, de lo noúmeno”, que puede ser pensado pero no ofrecido a la sensibilidad. Lo “noúmeno” (“la cosa en sí”) no tiene que ver con la capacidad de conocer del hombre sino de pensar, por eso el nuevo método de Kant, el giro copernicano, de que conocemos “a priori” las cosas que nosotros mismos, como sujetos, proyectamos en el objeto. Es decir, el hombre configura la realidad y no es meramente un receptor pasivo de esa realidad. A diferencia del empirismo y el racionalismo, donde el primero considera que conocemos a través de la experiencia y el segundo sugiere que la fuente del conocimiento se halla en la razón, Kant en cambio, plantea que es el sujeto a través de sus facultades es el que conoce y produce conocimiento. La “sensibilidad” y el “entendimiento” (ambas, “estructuras trascendentales”) nos suministran la capacidad de entender cómo se nos presentan los “fenómenos”. En la medida en que el conocimiento posible se refiere a un objeto (en la experiencia de cómo el hombre intuye), la “sensibilidad” aporta intuiciones del conocimiento (“intuiciones sensibles”) que permiten al sujeto ser afectado por el objeto, en una realidad exterior. Y el “entendimiento”, como la facultad de pensar y de formar conceptos, nos ayuda a comprender lo percibido. A ordenar las diversas representaciones que se nos presentan en un espacio y tiempo, siendo éstas “intuiciones puras”, “a priori”, que preceden a la experiencia y la hacen posible.
Por lo tanto, si bien no podemos conocer los objetos “en sí mismo” como “noúmeno”, podemos a través de lo que Kant llama “Estética Trascendental” y “Analítica Trascendental”, es decir, la “sensibilidad” y el “entendimiento”, conocer cómo se nos presentan los objetos como “fenómenos”.
Por otra parte, Kant propone en la “Dialéctica Trascendental”, la de la “razón”, de la facultad de las “ideas”, donde todos los conocimientos del “entendimiento” alcanzan la unidad y son sintetizados hasta llegar a un principio “incondicionado” que, la “razón” busca a través de la construcción de “juicios” (que el sujeto enlaza con los distintos acontecimientos) abarcar la mayor cantidad de “fenómenos” y así comprender toda la realidad. Es decir, la búsqueda de lo “incondicionado” supone encontrar un principio último de la condición de todos los “fenómenos” y que a su vez, no dependa de ninguna otra causa. Son los conceptos “puros a priori” de la razón, las “Ideas Trascendentales” como Alma, Mundo y Dios. No obstante, en esta unidad de los “fenómenos” no existe “intuición” posible de la realidad y por lo tanto no obtendremos ningún conocimiento porque hace alusión a conceptos puros (alma, mundo y Dios). Entonces, la “Dialéctica Trascendental” explica lo que sucede cuando la “razón” va más allá de sus límites y en la necesidad de querer conocerlo todo, extiende su conocimiento más allá de la experiencia. De esta manera, la “razón” caerá en contradicciones y “antinomias”. Son por estas razones que Kant cree que la metafísica no está pudiendo alcanzar el camino seguro de la ciencia porque quiere conocer por encima de la experiencia, aplica un conocimiento racional “especulativo” y no distingue entre “fenómeno” y “noúmeno”.
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