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Apología De La Historia - Marc Bloch


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2014  •  1.663 Palabras (7 Páginas)  •  415 Visitas

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“Nuestro arte, nuestros monumentos literarios están llenos de los ecos del pasado; nuestros hombres de acción siempre tienen en los labios sus lecciones, reales o imaginarias”

-Marc Bloch

“¿Qué artesano envejecido en el oficio no se ha preguntado alguna vez, con el corazón encogido, si ha empleado su vida juiciosamente?” Es de esta forma que el autor nos pone en camino al análisis de “la historia” tanto como conocimiento, y de igual manera que como oficio. Es entonces preciso cuestionar nuestro conocimiento, como una de las maneras de satisfacer la necesidad intelectual, ya sea tanto como oficio, o también pasatiempo.

Respecto del conocimiento, Bloch dice que “(…) su papel ha sido y sigue siendo capital. Antes del deseo de conocimiento, el simple gusto; antes de la obra científica plenamente consciente de sus fines, el instinto que conduce a ella: la evolución de nuestro comportamiento intelectual abunda en concatenaciones de este tipo. Hasta en el caso de la física, los primeros pasos deben mucho a los "gabinetes de curiosidades" , es decir, que el historiador trabaja “la historia” desde la esencia científica, y que toda ciencia nace a partir del deseo insaciable de conocimiento, además, que a partir de ella podremos analizarla cuidadosamente empleando herramientas que la ciencia nos otorgue, en resumen, veremos el paso de la historia, a “la historia” en el momento en que nos centremos en un objeto de estudio definido y utilicemos una metodología científica para estudiarlo: “Para hacer una ciencia, siempre se necesitarán dos cosas: una realidad, pero también un hombre” .

En relación al objeto de estudio, cabe reiterar la trascendencia del hombre como vértice principal de la historia. Para “la historia” éste se vuelve relevante por el hecho de ver su paso (su acción) y su movilidad a través del tiempo. Como bien afirma Bloch, “(…) es que el espectáculo de las actividades humanas, que constituye su objeto particular, más que ningún otro está hecho para seducir la imaginación de los hombres. Sobre todo cuando, gracias a su alejamiento en el tiempo o en el espacio, su despliegue se atavía con las sutiles seducciones de lo extraño” , entonces, el motor de “la historia” y por sobre todo la intelectualidad del historiador, se perfumará toda vez con la acción del hombre (y la sociedad) a través de su contexto histórico y su accionar dentro del mismo.

Una de las problemáticas que el autor sostiene es la del “tiempo histórico”, es entonces cuando es apropiado cuestionarnos, ¿cuál es la duración del tiempo; desde dónde y hasta dónde?, esta pregunta sólo se responde si nos enfocamos en lo que es la investigación científica de “la historia”, y la respuesta está alentada por la subjetividad, por el hambre de comprender y saber, como dice Bloch. Pero ahora, no debemos apartar nuestras miradas en cuanto a entender la utilidad de “la historia”. Como bien señala el autor, existen intelectuales que han hecho referencias para “amargar nuestras esperanzas (…) Los más indulgentes han dicho: la historia no tiene provecho ni solidez. Otros, (…) han dicho: es perniciosa. "El producto más peligroso que la química del intelecto haya elaborado” , aunque si bien, estas críticas pueden menospreciar el oficio del historiador, es posible que estas provengan sin una lectura previa al relato, entonces, el fundamento principal respecto de si la historia es útil o no a ser relatada por el historiador, será a través del lector, ya que él que nos dirá si “vale la pena o no ejercerlo –el oficio- o no” .

De los asuntos principales a analizar de la duración del tiempo histórico, o más bien, el establecer las medidas del tiempo; “es el plasma mismo donde están sumergidos los fenómenos y es como el lugar de su inteligibilidad” , es decir, al historiador importará el proceso para llegar al suceso, esto lo distingue de otras ciencias que utilizan el tiempo como fundamento de investigación (como la astronomía o la geología). Por otro lado, será relevante el uso de las “fuentes narrativas”, como dice el autor, para así construir el relato e informar a los lectores.

Entonces, ahora cabe preguntarnos: ¿qué es el presente?, es“(…) un punto minúsculo que sin cesar se esquiva; un instante que muere tan pronto como nace” , a partir de esto, entonces, si todo presente es pasado en el instante, ¿puede existir algún relato que narre el segundo que pasó? “La noción de proximidad no sólo carece de precisión, sino que también nos coloca en presencia del más efímero de los atributos. Si el momento actual, en el sentido estricto del término, no es sino algo qué continuamente se esfuma, la frontera entre el presente y el pasado se desplaza con un movimiento no menos constante” , pese a que el segundo pasado es historia, no es “la historia” que nuestro oficio investiga, no pertenece a nuestro “lujo intelectual”, entonces, serán otras aristas (como la sociología o el periodismo) los que narren este pasado cercano,

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