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La Lectoescritura


Enviado por   •  24 de Octubre de 2014  •  1.848 Palabras (8 Páginas)  •  158 Visitas

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APORTACIONES DE LA SOCIOLINGÜÍSTICA A LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA

Podríamos definir la sociolingüística como el estudio de aquellos fenómenos lingüísticos que tienen relación con factores sociales (género o sexo, edad, status social o poder adquisitivo, nivel de instrucción,...); lo que se ha llamado el contexto externo en el que ocurren los hechos lingüísticos. Definición amplia que abarca las preocupaciones tanto de la sociolingüística como de la sociología del lenguaje.

El objetivo de la enseñanza no es formar gramáticos, filólogos o lingüistas, sino lectores y escritores, hablantes y oyentes competentes, es decir, personas que sean hábiles en nuestro entorno sociocultural y que puedan reflexionar de forma crítica sobre todo lo que implica el habla y la escritura; que sean conscientes de las dimensiones socioculturales del uso lingüístico, ya sea oral o escrito.

Formar lectores y escritores que se puedan desenvolver en la vida cotidiana en todos los ámbitos en que el dominio de la escritura es necesario implica enseñar a leer y a escribir, es decir, apropiarse de un código que no se posee, que exige un aprendizaje formal, que está sujeto a una normativa, que tiene unos usos sociales institucionalizados y que, además, es un instrumento básico para todos los aprendizajes del ámbito académico.

Formar hablantes y oyentes implica enseñar a «hablar» y a «escuchar», esto es algo que los alumnos ya hacen cuando llegan a la escuela...Por lo tanto, si se considera objeto de enseñanza-aprendizaje tiene que ser porque pensamos que no se hace bien, que se puede hacer mejor o de otras maneras, en definitiva, que se puede incidir en el desarrollo de esta capacidad común a todas las personas. Así pues, habrá que plantearse qué lengua —o mejor, qué usos— hay que enseñar.

Para ello es importante tomar en cuenta que saberes tiene que abarcar la formación del profesorado en lo que se refiere al área de Lengua.

• En primer lugar, tenemos que conocer el código objeto de enseñanza, tanto desde un punto de vista interno, que permita explicar su estructura, como desde un punto de vista externo, que implica el conocimiento de las variedades lingüísticas —geográficas, sociales y de estilo— y de sus funciones, es decir, de sus condiciones de uso, que son socioculturales.

• En segundo lugar, necesitamos conocer los factores cognitivos que condicionan la adquisición de la lengua y el desarrollo de las capacidades lingüísticas. Para ello, tendremos que recurrir a disciplinas como la psicolingüística y la ciencia cognitiva (véase la contribución de I. Vila, en este mismo volumen).

• En tercer lugar, tenemos que conocer los factores sociales y culturales que condicionan los usos lingüísticos y el mismo proceso de enseñanza-aprendizaje. Es aquí, en este tercer bloque de saberes, donde de nuevo y de forma especial necesitamos recurrir a la sociolingüística.

• En cuarto y último lugar, necesitaremos conocer los métodos y técnicas más apropiados para alcanzar los objetivos que nos proponemos. Para nuestra formación respecto a este bloque de saberes, tendremos que recurrir a disciplinas como la pedagogía y la didáctica específica del área.

Es importante reconocer que la sociolingüística nos puede resultar útil y necesaria para nuestra actividad docente.

Nos ofrece una particular mirada que nos permite tener, por una parte, una visión de la sociedad y de la Escuela corno institución y como ámbito social; por otra parte, una visión del individuo y, por lo tanto, del aprendiz y del profesor; por último, nos ofrece una visión de la interacción comunicativa que nos presenta el aula como un escenario comunicativo.

Si miramos ahora la Escuela como una institución social, hemos de convenir en que es parte y reflejo de las tensiones de la sociedad que la ha creado. Evidentemente, no es ni una reproductora exacta de los valores de los grupos dominantes, precisamente porque también en ella se da la diversidad, ni puede ser una institución unificadora, por el mismo motivo. Cada centro escolar se halla inmerso en un entorno determinado, con unas características sociolingüísticas concretas que es necesario conocer y sobre las que hemos de reflexionar con nuestros estudiantes.

La institución escolar y cada centro, en particular, tienen una política lingüística, esté especificada o no en el proyecto de centro. Tenemos que ser conscientes de que nosotros, como profesores —y no sólo los de Lengua—, somos los agentes de esa política lingüística.

El aprendiz y en el profesor, son personas con características socioculturales y sociolingüísticas determinadas que pueden pertenecer a la misma clase social o no.

El profesor tiene el status de transmisor de conocimientos y de evaluador, mientras que los estudiantes son receptores de conocimientos y sujetos evaluados. A partir de estos status diferentes, unos y otros podrán desempeñar unos papeles determinados en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Desde este punto de vista, saber qué tipo de estudiantes tenemos ante nosotros en un aula es algo fundamental. Hemos de saber con qué repertorio verbal llegan a nuestras aulas, qué lugar ocupan dentro de ese repertorio la modalidad oral y la modalidad escrita, qué variedades hablan habitualmente, qué actitudes y valores asocian con las diferentes variedades que se usan en su entorno. Hemos de contrastar esas características de nuestros estudiantes con las nuestras, conocer nuestro repertorio verbal y de qué manera lo utilizamos en nuestra tarea docente.

Hemos de ser conscientes de que, querámoslo o no, somos «modelos» de habla para nuestros alumnos, de que les estamos ofreciendo, día a día, ejemplos de uso lingüístico con nuestra actividad verbal cotidiana, y de que continuamente estamos sancionando sus formas de hablar y de escribir, porque evaluamos no sólo lo que dicen sino también cómo lo dicen. Este conjunto de elementos constituyen muy a menudo una parte esencial del curriculum oculto, de ese conjunto de valores y actitudes que se traspasan de forma inconsciente o implícita en el proceso de enseñanza-aprendizaje,

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