Liderazgo
Enviado por pabloro • 26 de Octubre de 2014 • 3.096 Palabras (13 Páginas) • 146 Visitas
Un buen líder es un buen maestro:
16 formas para lograrlo
George Bernard Shaw no pudo estar más equivocado cuando acuñó la famosa máxima: “Aquel que puede,
hace. Aquel que no puede, enseña”. En una economía de rápido movimiento que se maneja por las ideas,
una parte esencial de ser un líder es ser un buen maestro.
¿De qué otra manera puede alguien persuadir a todos los miembros de una organización – ya sean 50 o 50
mil empleados- para que se muevan en la misma dirección? ¿De qué forma se puede focalizar al equipo de
trabajo y persuadirlos de una estrategia de incremento de ventas cuando la economía se estremece? ¿De
qué forma se puede asegurar que las personas de todos los niveles entienden las prioridades de cada
momento? ¿Cómo se pueden desarrollar los líderes del mañana?
Simplemente: se les enseña. Eso no quiere decir que hay que darles un discurso en una reunión general de
la compañía o impartir órdenes a los subordinados. Eso no es enseñar: eso es mandar. Decirle a la gente
lo que deben hacer no garantiza que ellos van a aprender lo suficiente para pensar por ellos mismos en el
futuro. En cambio, puede significar que ellos van a depender de usted o de sus supervisores cada vez más
y dejarán de tomar riesgos, detendrán la innovación y pararán de aprender.
¿Qué hacen los grandes maestros que usted debería aprender para cumplir con su papel de líder? A
continuación encontrará lo que nos dijeron aquellos que lo saben mejor que nadie: los profesores mismos.
Maestros de toda clase. Algunos de ellos enseñan formalmente en salones de clase. Otros enseñan
informalmente – en sus oficinas, durante la cena, en el camino – mientras dirigen compañías. Nuestros
expertos han enseñado a veteranos ejecutivos, desarrolladores de software, representantes de ventas y
estudiantes de MBA, así como a universitarios, músicos, cirujanos y a otros maestros también.
¿Está usted listo para aprender? Siéntese en su pupitre y saque su cuaderno, que la clase va a empezar…
1. No se trata de usted, sino de ellos
Algunos maestros se ven a sí mismos como el experto señalado cuyo papel es impartir su conocimiento a
los estudiantes que son como recipientes vacíos. Esa es la peor metáfora, dice William Rando, quien ha
entrenado a profesores universitarios durante quince años. Los mejores instructores se ven a sí mismos
como guías. Ellos comparten lo que saben, pero entienden que ellos no son el punto focal. Sus estudiantes
sí lo son.
“Es difícil para algunos profesores entender que enseñar no es acerca de ellos mismos,” dice Rando, quien
maneja la Oficina de Desarrollo y Preparación de Profesores de la Universidad de Yale. “Es algo que no se
puede aceptar intuitivamente. Sin embargo, no quiere decir que el profesor no importe. Simplemente
significa que en vez de preguntarse “¿Qué voy a hacer hoy?” el profesor debe pensar: “¿Qué van a hacer
mis estudiantes hoy?”
2. Estudie a sus estudiantes
No basta con conocer su material. Usted necesita conocer a las personas a las que va a enseñar – sus
talentos, su experiencia previa y sus necesidades. De otra manera, ¿cómo puede usted estar seguro de lo
que ellos ya conocen y de lo que necesitan saber? “Yo le digo a mis profesores que piensen que alguien les
llama y les dice, “Estoy tratando de ir a Yale”, dice Rando. “La primera pregunta que usted debe hacer es
“¿En dónde está usted?” Usted debe saber el punto de partida de una persona antes de poder ayudarla a
encontrar su destino. Puede sonar obvio, pero como profesores, a veces empezamos el viaje y nos
olvidamos de preguntar a los estudiantes, “¿En dónde están ustedes? ¿Cuál es su punto de partida?”
Yoheved Kaplinsky, miembro del departamento de piano en la Escuela Juilliard, pone mucho énfasis en
conocer la forma cómo los estudiantes se consideran a sí mismos. “Quiero ver cómo mis estudiantes
evalúan su propia forma de tocar,” dice ella. “Eso me da una idea de qué tan realistas o qué tanto se
ilusionan a sí mismos. De esta manera puedo escuchar entre líneas y tener un esbozo de su personalidad”.
3. Los estudiantes asumen riesgos cuando los maestros crean un ambiente seguro.
Aprender exige ser vulnerable, dice Michele Forman, quien enseña sociales en el Middlebury Union High
School en Vermont. Los estudiantes tienen que reconocer que ellos no saben, tomar riesgos y repensar lo
que creían que sabían. Eso puede ser incómodo – incluso aterrador – para algunos. Algunos detalles
cálidos no sobran, dice Forman, quien fue elegida la Maestra del Año 2001. Como tener un sillón y cojines
en el suelo en una esquina del salón de clase. O decorar las paredes con los trabajos de los alumnos
porque “es el espacio de ellos”. El resultado es un ambiente de aprendizaje que se presenta seguro
emocional, intelectual y psicológicamente.
“Si ellos no se sienten bien, les preparo una taza de té de menta. Si tienen hambre, les doy de comer,”
dice Forman. “Puede parecer algo muy simple pero les envía un mensaje muy importante”. Los estudiantes
tienen que saber que pueden confiar en su instructor. De allí resulta otra de las reglas de Forman: Eliminar
el sarcasmo en el aula de clase. “No hay que crear el temor de que usted los va a hacer quedar mal ante
los demás”, dice ella.
4. Los grandes maestros emanan pasión y determinación
La diferencia entre un buen profesor y un gran profesor no es su experiencia o su conocimiento. Tiene que
ver con su pasión. Pasión por el tema, pasión por enseñar. El deseo es contagioso, dice H. Muir, director de
capacitación en mercadeo global de SC Jonson en Racine, Wisconsin. Si el profesor lo tiene, lo más seguro
es que los alumnos también lo atrapen.
“Mis dos padres eran ambos maestros,” dice Muir. “Mi madre enseñaba a estudiantes con deficiencias de
comportamiento y mi padre enseñaba historia y civismo. Lo más importante que aprendí de ellos es que
hay que tener pasión por lo que se hace y esta debe ser genuina. Es algo que no se puede simular. Los
estudiantes descubren inmediatamente cuando usted pone un interés sincero y cuando no”.
5. Los estudiantes aprenden cuando sus maestros les muestran cuánto necesitan aprender.
Enseñar a adultos le ha dado a Tom McCarty, director de los servicios de consultoría de
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