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Sumas De Riemann


Enviado por   •  28 de Abril de 2013  •  2.985 Palabras (12 Páginas)  •  599 Visitas

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Hace seis mil años Egipto fue ocupado por un pueblo procedente de Asia que se estableció en las márgenes del Nilo (Nahr-an-Nil) y desarrolló un estado centralizado. Alrededor del año 6000 a.C. el rey Menes, proveniente del Alto Egipto, unió a los dos reinos que por entonces convivían: el del Alto (sur) y el del Bajo (norte) Egipto.

Hacia el tercer milenio a.C. emergió un imperio fuerte y centralizado (Imperio Antiguo); en estos tiempos Egipto llevó a cabo victoriosas campañas militares contra los nubios y libios e inició un próspero comercio marítimo. El Imperio Antiguo llegó a su fin con la caída de la administración central durante la Sexta Dinastía, debido en parte a una gran hambruna.

La Tercera Dinastía desarrolló la práctica de construir tumbas monumentales para los faraones (monarcas). Estos monumentos o pirámides, también adjudicados a miembros de la elite, así como las prácticas funerarias de los pobres, estaban estrechamente vinculados a creencias de las primeras civilizaciones egipcias sobre la vida después de la muerte. Tanto las pirámides, como las decoraciones de los muros de las tumbas faraónicas, la creación de un complejo sistema de escritura y el alto grado de conocimiento en medicina y agricultura son algunos ejemplos del grado de civilización que alcanzara la sociedad egipcia.

Alrededor del año 1500 a.C. Egipto alcanzó la cúspide de su poder, riqueza y extensión territorial. Reconvertido el gobierno en un estado militar, a través de sucesivas campañas, Palestina, Siria y el norte del Éufrates fueron sometidos al Imperio Egipcio. La expansión territorial llevó a Egipto a desarrollar un complicado sistema diplomático, alianzas y tratados.

En el último milenio antes de Cristo, la decadencia de esa brillante civilización hizo que el país tuviese faraones extranjeros (dinastías libias y sudanesas). Luego, hacia finales de la Vigésima Dinastía, el declive de los faraones hizo renacer la división entre un Alto y un Bajo Egipto, hasta que, luego de que el persa Cambises depusiera al faraón, el territorio fue parte de otros imperios (persas, griegos y romanos).

Durante la dominación grecorromana, Alejandría (Al-Iskandariyah) fue uno de los centros culturales de mayor influencia en el mundo clásico y su famosa biblioteca –la mayor del mundo, hasta su incendio en la época de Julio César– reunía a los más destacados filósofos, científicos y literatos de la época. En el año 642 d.C., cuando los árabes conquistaron el país, poco quedaba de ese esplendor y, al igual que otros pueblos, los egipcios adoptaron la religión musulmana y la lengua árabe.

Tres siglos después, bajo el gobierno de los califas fatímidas la nueva capital, El Cairo (Al-Qahirah), se convirtió en uno de los más brillantes centros intelectuales del mundo islámico, atrayendo a su universidad a sabios y estudiantes de todas partes, en particular del África islámica.

Entre los siglos X y XV se benefició de su situación geográfica y se convirtió en el centro del comercio entre Asia y el área mediterránea, incluyendo en ésta a venecianos y genoveses. No fue obstáculo para este activo intercambio la presencia de los cruzados europeos en Palestina, entre los siglos XI y XIII, y el estado de guerra casi constante.

Una vez expulsados los cruzados, el sultanato de los turcos otomanos, la nueva potencia emergente en el mundo islámico, conquistó Egipto a principios del siglo XVI. Coincidentemente, la apertura de la ruta naval Europa-Lejano Oriente por el Cabo de Buena Esperanza terminó con el monopolio que Egipto tenía gracias a su dominio del mar Rojo y se inició un período de decadencia económica.

Hasta el siglo XIX el dominio turco fue poco más que nominal. El poder efectivo estaba en manos de los jefes mamelucos. En 1805 asumió el poder Mohamed Alí, un jefe militar albanés que eliminó a los jefes mamelucos por medios drásticos y estableció un régimen centralizado. Reorganizó el ejército y creó el monopolio estatal del comercio exterior de la caña de azúcar y del algodón. Egipto amplió su autonomía con respecto al sultán de Estambul y se establecieron las bases de una economía moderna.

Las administraciones de los sucesores de Alí aumentaron la dependencia de Europa. El deterioro económico llegó a tal punto que en 1874, para pagar deudas, se vendieron a Gran Bretaña todas las acciones del Canal de Suez (Canal de As-Sways), construido en sociedad con los franceses entre 1860 y 1870.

La situación continuó deteriorándose, los préstamos se sucedieron y, en 1879, las potencias impusieron la creación de una Caja de la Deuda Pública, dirigida por un ministro egipcio, uno francés y otro inglés, que asumió la administración de las finanzas del país.

Tal grado de injerencia despertó una viva reacción nacionalista, apoyada en el ejército, que ese mismo año derrocó al jedive (título de los sucesores de Alí) Ismail y obligó a su hijo Tawfiq a expulsar a los ministros extranjeros y nombrar un gabinete nacionalista. La respuesta imperialista no demoró: en 1882 tropas británicas desembarcaron en Alejandría y ocuparon militarmente el país.

La ocupación fue «legalizada» en 1914 cuando Gran Bretaña declaró formalmente el protectorado y puso en el trono al rey Fuad. Esta situación se mantuvo hasta 1922, cuando una delegación egipcia negoció en Londres la independencia. Ésta, no obstante, se obtuvo en condiciones que en la práctica significaban la continuación del protectorado.

Cuando en 1948 fue creado en Palestina el Estado de Israel, Egipto y otras naciones árabes emprendieron la guerra contra ese nuevo estado. Como consecuencia de su derrota se produjeron grandes manifestaciones populares contra la monarquía. En un clima de corrupción gubernamental, dentro del ejército egipcio se constituyó el grupo nacionalista denominado Oficiales Libres, liderado por el general Mohamed Naguib y el coronel Gamal Abdel Nasser.

El 23 de julio de 1952 el grupo derrocó al rey Faruk y proclamó la república en junio de 1953. Tres años más tarde Nasser se convirtió en el presidente del país.

El nuevo régimen se proclamó nacionalista, socialista e interesado en beneficiar a los fellahin (campesinos pobres). Se inició una reforma agraria que limitó el poder de los latifundistas.

En su programa de reformas el gobierno dio prioridad a la construcción de la represa de Assuán (Aswan), una de las mayores del mundo. Fue realizada con ayuda técnica y financiera de la Unión Soviética, tras la negativa de las potencias occidentales. Presentada como la clave para la industrialización y el «desarrollo» del

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