Mal De Escuela (Pennac)
Enviado por alkaduck • 18 de Febrero de 2014 • 1.855 Palabras (8 Páginas) • 594 Visitas
En su novela “Mal de escuela” Daniel Pennac desarrolla un relato en primera persona de su vida, describiendo y narrando hechos desde sus días como alumno hasta su vivir como docente y escritor. En los primeros párrafos de la novela se describe al protagonista como un mal alumno: un “zoquete”. A partir de allí cuenta el desarrollo de su vida y como llego a convertirse en lo que es hoy.
Para comenzar con el análisis de la obra de Pennac vamos a ver la relación que existe entre el docente y aquello que debe saber para enseñar. El autor menciona que hubo algunos profesores que lo “salvaron” y dice acerca de ellos:
“…estaban poseídos por la pasión comunicativa de su materia… Eran artistas en la transmisión de su materia.”
Estas frases se alinean con uno de los modelos de docencia indicados por Gabriela Diker, ella lo denomina “La formación de un cuerpo de especialistas”, desde donde se promueve el dominio del método de enseñanza sumado al cultivo de ciertas cualidades personales. Desde esta perspectiva el docente es considerado un especialista que posee una variedad de complejos conocimientos de los que se destacan tres de carácter básico: el conocimiento de la mente infantil, el conocimiento de lo que se quiere enseñar y un gran dominio del método de transmisión que garantice alcanzarlas metas tanto morales como intelectuales; es este ultimo punto el que Pennac resalta sobre sus profesores. Aquellos salvadores del “zoquete” que fue el escritor debieron cumplir una doble función, en palabras de Terigi: “…como expertos en un campo cultural y como expertos en las intervenciones para que grupos de alumnos puedan avanzar en los dominios de los saberes propios de ese campo”; es decir, los profesores manejaban los contenidos a transmitir, pero esto solo no alcanza para garantizar el proceso de transmisión, deben también saber dominar los métodos de enseñanza, tener conocimientos de didáctica y pedagogía. El modelo de docencia antes señalado se alterna con otro de los enumerados por Diker: “El facilitador de la enseñanza”, un formato que ha dejado su aporte dentro del cual subrayo la centralidad del interés y la motivación de los alumnos, dando lugar a un docente que privilegia los intereses del niño, dice Pennac: “…y sabían reanimar en los segundos el deseo de comprender”, refiriéndose a los malos alumnos, sabían motivarlos e interesarlos, los arrastraban junto con el resto del curso, acompañaban a todos los alumnos dándoles paz y seguridad. Todas estas cualidades son indispensables para el responsable de la enseñanza, para concretar la transmisión de manera correcta y el receptor pueda apropiarse del conocimiento, transformarlo y reinventarlo.
Para introducir otro de los ejes de análisis citaré una frase de Pennac: “…ignoraba que la monotonía es la primera razón que los profesores invocan para cuando deciden abandonar el oficio…”. Aquí la palabra OFICIO es la que nos interesa. Ser docente: ¿Es un oficio? ¿Una vocación? ¿O simplemente un rol? Por empezar podríamos pensar a la docencia como un rol, una posición o lugar que debe ser ocupado, desde esta perspectiva cualquiera podría hacerlo pero por lo que hemos visto requiere de ciertas aptitudes y herramientas (entre otras cosas) que hacen que “no cualquiera pueda ser docente”. El término vocación remite a la idea de “llamado”. (Antelo) Dicho llamado, interno o externo, divino o terrenal, se caracteriza por llevarnos a hacer lo que hacemos, no se puede eludir el llamado vocacional. Siguiendo las palabras de Antelo: “…nadie se hace docente sino que docente se nace”. Según Estanislao Antelo, desde este ángulo, la docencia entendida como vocación trae aparejados compromiso, paciencia, amor, comprensión, dedicación y entrega entre otras cosas. He aquí otro concepto que merece ser explorado: compromiso. El compromiso adquiere importancia cuando se trabaja sobre “los demás”(como en la docencia) y es imprescindible en las relaciones humanas, el docente debe involucrarse. A decir de Antelo: “Si uno no quiere, desea o pretende algo del otro, la relación no tiene razón de ser. En sentido inverso si el otro no quiere, espera o necesita algo de mí. ¿Para que comprometerse?” Esta claro que toda relación pierde sentido sin compromiso. Sin embargo hay que ser cautelosos con este tema, pues parafraseando a Antelo; el compromiso en altas dosis puede traer consecuencias no deseadas tales como la anulación o destrucción de la autoridad, se debe construir y mantener una distancia. Retomando, en el acto de enseñanza debe haber compromiso, pero no hay una sola manera de involucrarse uno se puede comprometer con los niños o con la transmisión; Pennac se refiere a este asunto en las clases de sus profesores salvadores, el relata cuanto se comprometían, los acompañaban, se alegraban por sus progresos, “Eran artistas en la transmisión…”, pero su influencia se remitía a las clases, tenían ese límite.
Todo esto va en línea con el “problema del amor”, esa necesaria distancia que debemos construir nos ayuda a no “afectivizar” la relación pedagógica, debido a que, como señala Abramowsky, no se debe amar a los alumnos por victimas o por ser débiles porque se los coloca en una posición debilidad de la cual no pueden salir ni superarse. En palabras de Pennac: “Al margen de la materia que encarnaban, no intentaban impresionarnos…Eramos sus alumnos… y nada más… No nos sentíamos amados…si considerados…”
Para finalizar el tema de la vocación, Antelo indica que al quitarle fuerza al término vocación se revaloriza el pensamiento pedagógico, sin embargo sigue siendo esa fuerza que nos impulsa y nos motiva.
Queda entonces por analizar el concepto de oficio. Según Antelo: “Un oficio es una actividad práctica”. Quien sabe hacer algo bien tiene un oficio. Tal vez sea el concepto que mejor
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